Existe una diversidad de enfermedades que afectan al cultivo de maíz, las cuales reducen su potencial productivo al afectar su desarrollo normal. En este sentido, el carbón de la espiga del maíz según reportes en México ha llegado a reducir el rendimiento hasta en un 50 %. El carbón de la espiga se encuentra distribuido en países de Europa, norte y sur de América, así como como en China, Australia, Nueva Zelanda, India y Palestina.
Los productos químicos de síntesis se utilizan ampliamente para proteger a los cultivos de problemas fitosanitarios dada su gran efectividad. Sin embargo, los problemas asociados con el mal manejo de estos productos ha ocasionado diversos problemas. Para minimizar dichos problemas, es importante adoptar y aplicar prácticas responsables en la manipulación de los productos, respetando su compatibilidad y el orden de la mezcla al momento de preparar soluciones o caldos plaguicidas.
La araña roja (Tetranychus urticae Koch) es una de las especies que más daños y pérdidas económicas provoca en la producción de hortalizas bajo cubierta en el mundo. Su agresividad se debe a su corto ciclo de vida, alta capacidad de reproducción y su rápido desarrollo de resistencia a acaricidas e insecticidas. Es una plaga que se encuentra ampliamente distribuida en zonas templadas, además se le asocia con más de 200 especies de plantas hospederas, entre las que destacan: hortalizas (tomate, pimiento, pepino), berries (fresa y arándano), café, rosa, entre otras.
Ustilago maydis (DC) Corda es el nombre científico del hongo causante de la enfermedad conocida comúnmente como “huitlacoche” o carbón común. Es un patógeno que parasita al cultivo del maíz (Zea mays), ya que infecta a los granos del elote formando tumores o agallas de color gris; el interior de estas estructuras es de color oscuro debido a la presencia de esporas negras.
Durante años los envases de plaguicidas han sido tirados de manera irresponsable, lo que ha provocado focos de contaminación al ambiente e intoxicaciones tanto al hombre como a animales silvestres y domésticos. Ante esto, se ha planteado planes de manejo de los envases agroquímicos. Una estrategia con buenos resultados es la del “Triple lavado” de envases vacíos de plaguicidas.
El establecimiento de un cultivo implica necesariamente diseñar un programa de manejo de plagas y enfermedades. Dentro de este programa es común el uso de plaguicidas (herbicidas, insecticidas y fungicidas) para prevenir o controlar plagas. En el mercado de plaguicidas existen diferentes formulaciones y concentraciones de ingrediente activo, pero ¿Cómo saber cuánto aplicar (dosis) para un cultivo específico?
La efectividad de los agroquímicos se ve afectada generalmente por la aplicación deficiente o excesiva del producto. En este sentido la calibración de los equipos se vuelve esencial, con la cual se determina tanto el volumen de agua y la dosis de producto para controlar adecuadamente al agente que causa daño al cultivo. Actualmente existen un sin número de equipos para la aspersión de agroquímicos, pero sin duda las mochilas aspersoras, tanto por su practicidad como costo son los equipos más extendidos.
Muchas de las personas involucradas en la aplicación de agroquímicos no tienen dimensionada la importancia de una buena selección de boquillas, por lo que muchas veces realizan aplicaciones excesivas o deficientes que se reflejan en su rentabilidad, al incrementar los costos de producción o reducir rendimiento. Actualmente existen un sin número de modelos con características de funcionamiento distintas, adaptándose a cada una de las necesidades del usuario.
La mosca prieta de los cítricos daña al floema al succionar la savia bruta que sintetiza la planta, debilitándola y pudiéndola llevar a la muerte. El ataque de esta plaga puede reducir hasta el 80 % de la fructificación en cítricos e incluso en ataques severos causar la pérdida total de la producción por la caída de frutos y la defoliación ocasionada.
Conocidas también como desórdenes o alteraciones fisiológicas, se tratan de modificaciones en la cáscara o pulpa del fruto, que en un inicio pueden ser meramente estéticas; pero que pueden evolucionar hasta alterar gravemente su desarrollo y vida de anaquel, perdiendo valor comercial. En cítricos las principales fisiopatías son: rajado del fruto, creasing, bufado del fruto, picado del fruto, colapso de la corteza, granulación y oleocelosis.