Fisiopatías en el Cultivo de Cítricos


Conocidas también como desórdenes o alteraciones fisiológicas, se tratan de modificaciones en la cáscara del fruto, que en un inicio pueden ser meramente estéticas; pero que pueden evolucionar hasta alterar gravemente su desarrollo y vida de anaquel, perdiendo valor comercial. La causa de la mayoría de estas alteraciones no ha podido ser bien establecida, aunque se contempla que están asociados distintos factores como: clima, condiciones de los suelos, deficiencias nutricionales, manipulación pre y postcosecha, relaciones hídricas entre el fruto y la atmósfera o el fruto y el mismo árbol.

Rajado de frutos

Es un agrietamiento de la cáscara del fruto cuando aún está en el árbol, generalmente antes de la maduración, aunque existen variedades en las que se produce después de superar la maduración, como en las naranjas dulces `Navelate`. Este rajado inicia frecuentemente por la zona estilar, también conocido como ápice del fruto, y puede llegar hasta la zona ecuatorial del fruto, e incluso la base del mismo; sin embargo, algunas veces esta ruptura en la cascara puede suceder en la parte media. La pulpa no se ve afectada por el rajado, pero queda expuesta al ataque de hongos. Los factores que influyen en la aparición de esta alteración son déficits hídricos seguidos de períodos húmedos, los cuales ocasionan que se incremente el tamaño de los gajos de los cítricos de manera más rápida que la cáscara, la cual se adelgaza; esta última no aguanta la presión de este crecimiento y se rompe. Otro factor asociado a un mayor porcentaje de rajado es la deficiencia de potasio, dado que este elemento ayuda a incrementar la resistencia y grosor de la cáscara. Por otra parte, también se consideran que factores como condiciones de suelo y la incidencia de patógenos favorecen un mayor porcentaje de este desorden. Las aplicaciones de fitorreguladores como el ácido giberélico y/o el 2, 4-D, a razón de 20 mg/L con dos aplicaciones, reducen el porcentaje de rajado en cítricos entre un 50 a 70%, dado que mejora la resistencia de la cáscara pero no altera su grosor.

 Rajado de Fruto

Figura 1. Rajado de frutos en mandarina `Nova`.

Foto: Zaragoza

Creasing o clareta

Este desorden puede llegar a causar pérdidas del 5 % hasta el 80 % en la producción en los cítricos, volviéndose la alteración fisiológica que representa las mayores pérdidas en este cultivo. El Creasing se caracteriza por la presencia de pequeñas grietas y depresiones en la cáscara, en forma de lagunas que se alternan con zonas sanas dando un aspecto de abultamientos. Como consecuencia se deprecia su valor en el mercado de frutos y se vuelven frágiles para su manipulación en postcosecha. Esta alteración varía con los años en el mismo árbol, lo que deja en evidencia que influyen también factores ambientales para que se manifieste este desorden. Las condiciones de suelo y períodos secos alternados con períodos  húmedos pueden incrementar la magnitud de esta fisiopatía. Además, la intensidad del Creasing también está asociado a la edad del fruto, donde a mayor retraso en la recolección de los frutos conlleva un mayor riesgo de incrementar la incidencia. Se ha encontrado a través de diversos estudios que aplicaciones de potasio ayudan a mitigar este problema en la producción. Otra estrategia es la aplicación de ácido giberélico a concentraciones de 12 a 20 mg/L combinado con nitrato de potasio al 2% o con fosfato amónico, lo cual reduce significativamente el Creasing en los cítricos.

Bufado del fruto

El bufado en los frutos de cítricos ocurre al separarse la cáscara y la pulpa o gajos de la fruta madura, aunque también el albedo (parte interior de la cascara de color blanco) se puede poner esponjoso y con grietas; además, el eje central se desintegra. Esta alteración provoca que la fruta sea poco consistente para las operaciones de postcosecha, perdiendo calidad comercial. El consumidor considera que estos frutos, al sentirse blandos al tacto, están sobremaduros y los rechazan. Esta fisiopatía ocurre principalmente cuando se dejan los frutos en el árbol después de que han madurado, ya que comienza una pérdida progresiva de zumo haciendo que la pulpa se contraiga. También puede ocurrir por un recrecimiento de la cáscara cuando los gajos han alcanzado su crecimiento máximo. La humedad asociada a altas temperaturas, sobre todo cuando existió un periodo seco previo, favorece el bufado de los frutos debido a que continúa el crecimiento de la corteza. La aplicación excesiva de nitrógeno y/o la carencia de fósforo favorecen la aparición de este desorden en los frutos. Aplicaciones de ácido giberélico (10 a 20 mg/L) cuando está por cambiar el color de la cáscara ayuda a reducir el bufado hasta en más de un 80 %.

 Fruto de mandarina

Figura 2. Fruto de mandarina Satsuma afectado de bufado.

Foto: Agustí

 Fruto de pomelo

Figura 3. Fruto de pomelo `Marsh seedless´ afectado por picado.

Foto: Agustí.

Picado del fruto

Son pequeñas lesiones profundas, inicialmente aparecen aisladas, después se agrupan creando zonas amplias y de apariencia marrón oscuro, invadiendo al final casi la totalidad del fruto y reduciendo la calidad, lo cual lo vuelve inservible para su consumo en fresco. Este desorden esta generalmente asociado a las condiciones de almacenamiento en postcosecha, sobre todo a las bajas temperaturas; Sin embargo, esta alteración fisiológica puede darse antes de la cosecha, afectando hasta un 40 % de la producción. Esta afección en el fruto presenta una distribución irregular dentro de una misma 

parcela y hasta en un mismo árbol, pero se ha encontrado que los frutos más afectados son aquellos situados en la parte externa de la copa y orientados al norte, quienes presentan una cutícula más permeable al agua. Además la presencia de fuertes vientos, humedades bajas y temperaturas relativamente bajas  son condiciones climáticas previas a la aparición del picado del fruto, ya que conducen a una alta evapotranspiración que aunado a la alta permeabilidad de la cutícula del fruto  favorecen la aparición de la fisiopatía en pocos días. La aplicación de nitrato de calcio al 2 % o un antitranspirante como el pinolene antes de que el fruto cambie de color y/o se

presenten las condiciones climáticas que lo favorecen, permite reducir este problema de un 10 a 70 %. La efectividad de los tratamientos dependerá de la localización de la parcela, condiciones climáticas, condiciones del tratamiento, entre otros factores. Los tratamientos citados anteriormente no afectan la calidad interna del fruto.

Colapso de la corteza

Dentro de los cítricos, las naranjas son las más afectadas por esta alteración, sobre todo las naranjas dulces tipo Navel, llegando a causar hasta un 80 % de pérdidas en huertos sensibles. El período en el que puede

aparecer este desorden es desde el cambio de color del fruto hasta varias semanas después, dependiendo de las condiciones ambientales. La incidencia de la alteración en postcosecha aumenta conforme madura el fruto. La fisiopatía del colapso se caracteriza por ser inicialmente una depresión sobre la cáscara, que evoluciona posteriormente a zonas secas de color marrón rojizo, recubriendo gran parte de la cara externa del fruto. Su incidencia y magnitud varía entre huertos, ciclos de producción y dentro del mismo árbol. La mayor parte de frutos afectados se encuentran del lado noroeste de la copa; asimismo es mayor en los frutos situados al exterior de la copa y la incidencia aumenta en la cara expuesta del fruto respecto a la que mira hacia al interior del árbol. La aparición de los síntomas iniciales coincide con condiciones de alta temperatura, baja humedad relativa y alta evapotranspiración, seguidas de un cambio brusco con condiciones de baja temperatura, alta humedad relativa y baja evapotranspiración. En postcosecha los cambios bruscos de humedad relativa desencadenan este problema en los frutos. La propuesta para el manejo consiste en la elección adecuada del patrón o portainjerto, ya que distintos estudios realizados con naranja `Navelate´ injertada sobre distintos portainjertos, muestran que cuando se injerta en naranjo amargo se presenta una menor incidencia de esta fisiopatía con 4 % de los frutos descartados para su comercialización, comparado con otros portainjertos como citrange Carrizo o mandarino Cleopatra, quienes presentan más del 20 % de frutos descartados.

 Colapso de corteza

Figura 4. Fruto de naranja `Navelate´ afectado por colapso de corteza.

Foto: Agustí

Granulación

Ocurre cuando se “gelifican”, engrosan y las vesículas pierden zumo, teniendo una apariencia seca y casi incolora, principalmente en naranjas y mandarinas; es un problema que no se puede apreciar externamente. Este desorden puede afectar desde un 15 % hasta un 80 % la producción dependiendo de la sensibilidad del cultivar. Las toronjas y mandarinas son menos sensibles a esta alteración, comparadas con las naranjas. Esta alteración aparece en la base del fruto o la parte peduncular, asociada a un retraso en la recolección en las naranjas `Valencia´, mandarinas e híbridos; sin embargo, en naranjas `Navel´ la granulación avanza de la base hacia el centro del fruto a medida que madura. También este desorden aumenta su problema en postcosecha mientras más tiempo pase en almacenamiento. La granulación afecta propiedades organolépticas del fruto debido a que en las vesículas afectadas descienden los niveles de azúcares, ácidos orgánicos y carotenoides. Se ha correlacionado la incidencia de esta alteración con condiciones de suelos ligeros y temperaturas medias elevadas a lo largo del año. Por otro lado, se ha encontrado que el mayor porcentaje de frutos afectados son los que se encuentran en la parte norte del árbol, así como los que se encuentran en la parte superior. De igual forma frutos de gran tamaño desarrollan más intensamente la granulación. El mejor método para el manejo de esta fisiopatía es la adecuada elección del portainjerto o patrón.

Los portainjertos de citrumelo, citrange Carrizo o mandarino Cleopatra tienen una menor incidencia de esta alteración fisiológica en relación a los portainjertos trifoliados o de Citrus volkameriana.

oleocelosis

Ocurre por la liberación del aceite esencial de las glándulas de la cáscara del fruto debido principalmente a causas mecánicas, pero también a una degeneración celular y colapso de las células. El aceite liberado es fitotóxico para las células de la epidermis de la misma cáscara, ocasionando lesiones en forma de manchas de color marrón-verdosas que pueden evolucionar a necrosis. La susceptibilidad a esta alteración está relacionada con el balance hídrico del árbol, disminuyendo el riesgo de incidencia cuanto menor es el contenido hídrico de la planta, es decir, se debe procurar no recolectar frutos turgentes tras un intenso rocío. El problema también puede presentarse en frutos turgentes de árboles sometidos a humedades elevadas que reciben repentinamente temperaturas bajas. La resistencia de la corteza juega un papel importante en la aparición de esta fisiopatía, ya que cuanto menor sea esta, menor es la incidencia. Una menor resistencia se asocia al cambio de color de la cáscara, por eso los frutos maduros son menos sensibles, incluso con la presencia de rocío. El mejor manejo es la prevención, mediante el manejo cuidadoso durante su cosecha, transporte y con tratamientos adecuados postcosecha; además de evitar recolectar los frutos cuando presentan una elevada turgencia en la cáscara. Por otra parte, el uso de ceras o atmosferas modificadas pueden reducir el problema

 oleocelosis

Figura 5. Oleocelosis en pomelo con depresiones importantes en la corteza, disminuyendo su calidad.

Foto: Lado y Rivas

Fuentes consultadas:

-Agustí, M.; Almela, V.; Juan, M.; Mesejo, C.; Martínez, F. A.; Reig, C. 2008. Desórdenes Fisiológicos Precosecha de los Frutos Cítricos y su Control. PHYTOMA. Nº 201.

-Agustí, M. 2012. Citricultura. Ed. Mundi-Prensa. España. 423 p.

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