Ing. José Delgado Rodríjuez
Profesor del Curso Fenología y Fisiología del Maíz, 2016
El fenómeno de “ahijamiento” en el maíz es un claro indicador de condiciones de desarrollo altamente favorables.
El “ahijamiento” no afecta el desarrollo normal de la “planta madre” incluyendo la producción del grano.
La semana pasada durante un recorrido de campo en compañía de varios agricultores encontramos algunas parcelas en donde las plantas de maíz presentaban lo que comúnmente denominamos como “hijos” o “chupones”, lo cual desencadeno una interesante discusión sobre ¿cómo afecta a la planta de maíz el desarrollo de dichos “hijos”?. Algunos de los agricultores de mayor edad recordaban cómo durante su infancia, sus padres los enviaban a las parcelas de maíz a “desahijar”... porque como lo decían sus padres y sus abuelos: “los hijos son malos pa´l maiz y ocupamos arrancarlos”. Otros agricultores por su parte, se preguntaban si el hecho de haberlos enviado a “desahijar” no habría correspondido más al interés de sus padres de mantenerlos ocupados en la milpa “pa´que no anduvieran con malos pensamientos”...
Muchos estudios han demostrado que, normalmente los “hijos” no tienen ninguna influencia sobre la producción de grano de la planta principal y cuando la llegan a tener, generalmente lo hacen en sentido positivo. Fuente: NDSU |
Hablando ya más en serio; el hecho es que cuando un agricultor se encuentra con que el híbrido que sembró está desarrollando “hijos” o “ahijando”; la mayoría de ellos inmediatamente expresa su preocupación, ya que piensan que esto producirá una merma en la producción de dicho híbrido. Lo anterior está fundamentado en la creencia ampliamente difundida (sobre todo entre los agricultores de mayor edad),
de que si se le permite a los “hijos” desarrollarse, estos absorberán o “chuparán” los nutrientes de la planta madre, al igual que un recién nacido “chupa” o se alimenta de su madre; de ahí la razón de ser de ambos términos: chupones o hijos. El resultado de dicho razonamiento generalmente se ha traducido en largas y costosas jornadas de trabajo a lo largo y ancho de la milpa, arrancando dichos “hijos”.
Sin embargo; como muchos estudios lo han demostrado, normalmente los “hijos” no tienen ninguna influencia sobre la producción de grano de la planta principal y cuando la llegan a tener, generalmente lo hacen en sentido positivo.
¿Qué son los “hijos” o “chupones” del maíz?
Los “hijos” son; en realidad, un recurso genético de la planta que se aprovecha de una buena fertilidad y humedad del suelo para producir otro tallo. El “hijo” puede ser incluso más alto que la planta principal y se caracteriza por desarrollar generalmente un tallo más delgado, además de estar provisto de un sistema radicular propio, aunque sin raíz primaria. Los “hijos” generalmente no producen mazorcas, salvo cuando las condiciones de fertilidad son particularmente buenas, en cuyo caso producen una pequeña mazorca, o bien (en casos más raros) pueden producir granos sobre la inflorescencia masculina (espiga).
Razones por las que se presenta el “ahijamiento”
La mayoría de los agrónomos concuerdan en que el “ahijamiento” es una señal inequívoca de condiciones de desarrollo altamente favorables; es decir, con pocas o nulas limitaciones sobre la disponibilidad de nutrientes, agua o luz. Estas condiciones de desarrollo pueden existir simplemente debido a condiciones climáticas favorables o porque la densidad de población es demasiado baja para los niveles de productividad de un terreno en particular. Bajo condiciones altamente favorables la planta de maíz puede contar con una gran cantidad de energía y nutrientes para “invertirlos” en el desarrollo de un “hijo”. Por otro lado; algunos híbridos pueden también presentar cierta predisposición genética al “ahijamiento” aún a densidades de población consideradas como “normales” para otros híbridos.
¿Afectan los “hijos” el desarrollo o producción de la planta de maíz?
Numerosos estudios han sido conducidos para determinar las relaciones entre los “hijos” y la planta principal. Experimentos de defoliación desde los años 30´s revelaron que plantas defoliadas que desarrollaban “hijos” producían cerca del doble de grano que plantas también defoliadas que no desarrollaban “hijos”. Estos resultados sugieren que existe una conexión entre el “hijo” y la planta principal que permite a los azúcares producidos en las hojas de los “hijos” moverse hacia la mazorca de la planta principal.
Estudios más recientes, han encontrado que existe un pequeño flujo de azúcares producidos por la planta madre hacia los “hijos” hasta antes de la floración. Sin embargo; después de la floración y sobre todo durante el período de llenado de grano; cantidades altamente significativas de azúcares pueden moverse desde los “hijos” que no desarrollan mazorcas, hacia la mazorca de la planta principal. Cuando tanto la planta principal como los “hijos” desarrollan mazorcas, el flujo de azúcares entre ambos, es prácticamente nulo. La planta principal y sus “hijos” se desarrollan independientemente, recibiendo cada una de ellas los azúcares producidos por sus propias hojas. Por lo tanto, los “moloncos” o pequeñas mazorcas que los “hijos” pudieran desarrollar, no tienen ningún impacto sobre el desarrollo de la mazorca de la planta principal como generalmente se cree.
Conclusiones
Después de todo lo anteriormente expuesto podemos concluir que aun cuando un agricultor observe en su parcela de maíz el desarrollo de “hijos” no debe preocuparse y de ninguna manera deberá quitarlos; ya que además de incrementar sus costos de producción y perder su tiempo; lo menos que causará en las plantas a las que les sean retirados los “hijos”, será una herida en el tallo que se convertirá en una cómoda vía de entrada para diferentes patógenos; lo que finalmente se traducirá en una reducción de sus rendimientos y por ende de sus utilidades.