\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 1.<\/strong> Enfermedades en maíz causadas por un hongo, tizón norteño (izq.); una bacteria, quemazón bacteriana (centro); y un virus, estriado del maíz (der.) (Cortesía de D.G. White, D.G. White y B.M. Anderson, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 2. <\/strong>Deficiencia de hierro (izq.) y escaldado por el sol (der.) en maíz. (Cortesía de L.E. Claflin y D.G. White, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 3.<\/strong> Enfermedades en frijol causadas por hongo (Entyloma<\/em> – Carbón foliar) (izq.), bacteria (Mancha marrón bacteriana) (centro), y virus (Mosaico de la alfalfa<\/em>) (der.). (Cortesía de H.F. Schwarz, A.W. Saettler, y W. Kaiser, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 4. <\/strong>Síntomas del nematodo formador de nódulos en raíces de Violeta Africana (izq.) y nematodo foliar en Begonia (der.). (Cortesía de M. Gleason y R.L. Wick, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 5. <\/strong>Daño por el contaminante ambiental ozono (izq.) y una enfermedad fungosa: Mancha foliar por Septoria<\/em> (der.) en hojas de calabaza. (Cortesía de M. McGrath y T.A. Zitter, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 6.<\/strong> Lechugas severamente afectadas por la podredumbre basal, una enfermedad causada por un hongo (izq.), relámpago (centro) y el áfido de las raíces (der.) (Cortesía de K.V. Subbarao, R.N. Raid, y E.J. Ryder, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n \r\n Los fungicidas, herbicidas e insecticidas son plaguicidas utilizados en la protección de cultivos. Un fungicida es un tipo particular de plaguicida que controla enfermedades fúngicas, inhibiendo o eliminando al hongo que causa la enfermedad. No todas las enfermedades causadas por hongos pueden controlarse adecuadamente con fungicidas. Por ejemplo, las enfermedades vasculares (marchitamientos) causadas por los géneros Fusarium<\/em> spp y Verticillium<\/em> spp (Figura 7). Las enfermedades causadas por otro tipo de organismos, como desórdenes causados por factores abióticos y daños de insectos, no son controlados por fungicidas. Por esto es esencial determinar la causa de los síntomas antes de la aplicación de un fungicida.<\/p>\r\n\r\n¿Por qué son necesarios los fungicidas?<\/strong><\/span><\/h4>\r\n\r\nLas enfermedades son comunes en las plantas, a menudo producen un impacto económico significativo en el rendimiento y calidad, lo que nos indica que el manejo de enfermedades es un componente esencial en la producción de la mayoría de los cultivos. En un sentido general, existen tres razones principales por las cuales se utilizan los fungicidas:<\/p>\r\n\r\n (a) Para controlar a la enfermedad durante el establecimiento y desarrollo de un cultivo.<\/p>\r\n\r\n (b) Para incrementar la productividad de un cultivo y reducir sus daños. Los cultivos alimenticios enfermos pueden producir menos si sus hojas, necesarias para la fotosíntesis, son afectadas por una enfermedad (Figuras 8 - 11). Los daños pueden afectar las partes comestibles del cultivo (Figuras 6 y 14) o, en el caso de cultivos ornamentales, pueden perder su vistosidad (Figuras 12 - 13), en ambos casos se puede afectar el valor comercial del cultivo.<\/p>\r\n\r\n (c) Para mejorar el período de almacenamiento y la calidad de las plantas y los productos cosechados. Algunas de las mayores pérdidas por enfermedades ocurren después de la cosecha, durante el almacenamiento (Figuras 14 y 15). Los hongos a menudo echan a perder (hacen inutilizable) frutas, hortalizas, tubérculos y semillas almacenadas. Algunos hongos que infectan granos producen toxinas (micotoxinas), que producen trastornos severos e incluso la muerte de los seres humanos y animales que las consumen. Los fungicidas han sido utilizados para reducir la contaminación por micotoxinas en trigo afectado por la fusariosis de la espiga, pero la mayoría de los fungicidas desarrollados hasta el momento no han sido suficientemente eficientes para ser utilizados en el manejo de micotoxinas asociadas con otras enfermedades.<\/p>\r\n<\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 7.<\/strong> Marchitez del tomate causada por Verticillium<\/em>, la cual no puede ser controlada con fungicidas. (Cortesía de J.P. Jones)<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n\r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 8.<\/strong> La enfermedad conocida como Tizón temprano, ha quemado la mayoría del follaje de las plantas de tomate a la derecha, mientras que plantas cercanas que fueron tratadas con fungicidas (izq.) mantienen sus hojas sanas y producirán muchos frutos y de más alta calidad. (Cortesía de P. Shoemaker).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 9.<\/strong> Árboles de manzana protegidos con fungicidas durante el verano presentan un follaje sano al inicio del otoño (izq.), mientras que el follaje de árboles sin fungicidas es atacado por diversos hongos que provocan una defoliación prematura (der.) La pérdida prematura de hojas en Octubre da como resultado la producción de pocos frutos al siguiente año. (Cortesía de D. Rosenberger).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 10.<\/strong> Los fungicidas aplicados a las hileras centrales de zanahorias han controlado la mancha foliar por Alternaria<\/em>, que ha quemado el follaje de las hileras adyacentes no protegidas. Una buena densidad de follaje en las zanahorias, no es sólo necesaria para la fotosíntesis sino también para facilitar la cosecha. (Cortesía de S.A. Johnston).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 11.<\/strong> Los fungicidas aplicados a la hilera central de calabacín de verano han protegido estas plantas de mildiú y de oidio o polvillo, los cuales han afectado severamente a las plantas de las hileras adyacentes, no protegidas con fungicidas. (Cortesía de S.A. Johnston).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 12.<\/strong> Los fungicidas aplicados a la planta de Poinsettia<\/em> (Flor de Pascua) a la izquierda han controlado al oidio o polvillo. La planta sin rociar de la derecha no es comercializable debido a las manchas antiestéticas que presenta, más aún, las hojas y brácteas afectadas morirán prematuramente. (Cortesía de M. Daughtrey).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 13.<\/strong> El fungicida Dyrene ha mantenido la grama sana a la derecha, mientras que la grama no tratada, a la izquierda ha sido destruida por el agente causal de la mancha del dólar (Sclerotinia homeocarpa<\/em>). (Cortesía de J. Hartman).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 14. <\/strong>Moho Gris en vaina de frijol (izq.) y fresas (der.). (Cortesía de H.F. Schwarz y J.L. Maas, respectivamente).<\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 15. <\/strong>Enfermedades de post cosecha que causan pérdidas significativas, incluyen al moho azul que afecta a la manzana (izq.) y la pudrición seca de la papa causada por Fusarium (der.). (Cortesía de A.L. Jones y G.A. Secor, respectivamente).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n \r\n Papel de los fungicidas en el Manejo de Enfermedades<\/strong><\/span><\/h4>\r\n\r\nLas enfermedades de las plantas son manejadas más adecuadamente, integrando una serie de prácticas de control que incluyen: la rotación de cultivos, selección de cultivares tolerantes o resistentes (cultivares genéticamente menos susceptibles que otros cultivares), época de siembra, nivel de fertilización, modificación del micro-clima, sanidad y aplicación de fungicidas. Los fungicidas son un componente vital del manejo de una enfermedad ya que (a) controlan satisfactoriamente muchas enfermedades, (b) las prácticas culturales a menudo no proporcionan un control adecuado de la enfermedad, (c) los cultivares resistentes no están disponibles o no son aceptados en el mercado y (d) algunos cultivos de un gran valor, presentan una muy baja tolerancia a la presencia de síntomas de enfermedades.<\/p>\r\n\r\n En contraste de cómo los medicamentos son usados en seres humanos la mayoría de los fungicidas, para que sean efectivos, requieren ser aplicados antes de que la enfermedad ocurra o a la primera señal de síntomas. A diferencia de muchas enfermedades de humanos y animales, las afecciones causadas por enfermedades en plantas no desaparecen aun cuando se elimina al patógeno. Esto se debe a que las plantas crecen y se desarrollan de manera diferente a los animales. Los fungicidas sólo pueden proteger de las enfermedades tejido nuevo no infectado. Además, pocos fungicidas son eficaces contra patógenos después que han infectado a la planta.<\/p>\r\n\r\n Los fungicidas que tienen propiedades “curativas”, que significa que son activos contra patógenos que ya han infectado a la planta, tienden a presentar un mayor riesgo a que los patógenos desarrollen resistencia a este tipo de fungicidas. Un patógeno resistente es menos sensible a la acción del fungicida, haciendo que éste sea menos efectivo o más aún, inefectivo. Estos fungicidas curativos son capaces de penetrar la planta y eliminar selectivamente los hongos invasores, ellos están diseñados para identificar proteínas o enzimas específicas producidas por estos hongos. Ya que el modo de acción de estos fungicidas es tan específico, cualquier pequeño cambio en la genética de los hongos, pueden superar la eficacia de estos fungicidas y las poblaciones del patógeno pueden tornarse resistentes en aplicaciones futuras. Las estrategias de manejo de enfermedades que se basen primordialmente en aplicaciones curativas de fungicidas, conducirán a más problemas de resistencia debido a que: (a) el tamaño de la población de la cual individuos resistentes son seleccionados es más grande y (b) es difícil erradicar a todos los hongos dentro de una planta y frecuentemente algunos patógenos escapan a la acción del fungicida. La resistencia a fungicidas será tratada con más detalle en otra sección más adelante.<\/p>\r\n\r\n Los productores a menudo utilizan sistemas de pronóstico de enfermedades o umbrales de acción, cuando estos son disponibles, para asegurarse de que los fungicidas se utilicen cuando se requieran, de esta manera evitar gastos y un posible impacto ambiental si se efectúan aplicaciones innecesarias. Los sistemas de pronóstico han sido desarrollados para muchas enfermedades, basados en el entendimiento de las condiciones ambientales favorables para su desarrollo. Dichos sistemas típicamente se basan en factores como la temperatura y humedad relativa o humedad sobre las hojas, en las áreas donde crece el cultivo. Los programas de aplicaciones de fungicidas basados en umbrales de acción requieren de un monitoreo constante de síntomas en los cultivos, aplicándose los fungicidas cuando la cantidad de síntomas alcanza un nivel crítico, más allá del cual la enfermedad no podría ser controlada adecuadamente. Un ejemplo de un nivel crítico es una mancha por cada cinco hojas examinadas. El conocimiento del ciclo de la enfermedad de un patógeno es importante cuando se están desarrollando y utilizando sistemas de pronóstico y umbrales de acción. Entre los aspectos importantes del ciclo de la enfermedad se debe tomar en cuenta si la enfermedad es monocíclica (una generación por año) o policíclica (múltiples generaciones) y período de latencia (tiempo entre la infección y la producción de inoculo nuevo).<\/p>\r\n\r\n El aspecto económico frecuentemente influye en la selección y época de aplicación de un fungicida. En cultivos valiosos se utilizan fungicidas costosos y numerosas aplicaciones, ya que en la ausencia de estos tratamientos podrían producirse pérdidas económicas sustanciales, tal es el caso de frutales o campos de golf. En el caso de algunas enfermedades donde el rendimiento de los cultivos no se ve impactado porque la severidad es baja, se utiliza un umbral económico para determinar cuándo es necesario un tratamiento con fungicidas. El nivel de tolerancia del cultivo o umbral de daño, puede variar dependiendo de en qué estado de desarrollo fue afectado el cultivo, las prácticas agronómicas, la localización y las condiciones climáticas.<\/p>\r\n\r\n Métodos de Aplicación<\/strong><\/h4>\r\n\r\nLos fungicidas son aplicados como polvos, gránulos, gas y más comúnmente en forma líquida. Ellos se aplican a:<\/p>\r\n\r\n \r\n\t- Semillas, bulbos, raíces de plántulas, y otros órganos de propagación. Estos tratamientos usualmente son realizados por la compañía de semillas. Algunos tratamientos requieren ser efectuados por el cultivador en el lugar y al momento de la siembra. El objetivo es eliminar los patógenos que se encuentran en el material de siembra o proteger a la plántula de los patógenos existentes en el suelo.<\/li>\r\n\t
- Suelo, ya sea en el surco de siembra al momento de plantar, después de plantar humedeciendo el suelo con la solución fungicida (incluido en el riego por goteo) o por aspersión directa alrededor de la base de la planta.<\/li>\r\n\t
- Follaje y otras partes aéreas de la planta mediante un aspersor.<\/li>\r\n\t
- Interior de los árboles mediante una inyección en el tronco.<\/li>\r\n\t
- Espacio aéreo de lugares cerrados como invernaderos y suelo cubierto. Los fungicidas son también llamados fumigantes cuando son aplicados de vapor en su forma químico-activa gaseosa. Algunos fumigantes son también efectivos contra nematodos, insectos y semillas de malezas.<\/li>\r\n\t
- Productos cosechados, en inmersión o aspersión en las empacadoras.<\/li>\r\n<\/ol>\r\n\r\n
Los fungicidas son utilizados como un producto formulado que consiste de un ingrediente activo más ingredientes inertes que mejoran la acción del producto. Los fungicidas típicamente son mezclados con agua, luego son aplicados por aspersión. El equipo de aplicación va desde aspersores de mano y de mochila hasta grandes unidades de aspersión acopladas a tractores o aeronaves (Figuras 16 - 22). Algunos fungicidas son aplicados en forma de polvo. Los fungicidas también pueden ser aplicados en invernaderos en la forma de humo, vapor, nebulizado o en aerosol. La cobertura de todas las partes de la planta susceptibles a una enfermedad es crítica ya que muy pocos fungicidas pueden movilizarse adecuadamente a través de la planta. Continuamente se producen avances en el tipo de boquillas y aspersoras para mejorar la cobertura (Figuras 17 y 19).<\/p>\r\n\r\n Para muchas enfermedades un control efectivo requiere de múltiples aplicaciones, algunas veces tan frecuente como cada cinco días. Las aplicaciones en forma repetida son necesarias para proteger los crecimientos nuevos y reemplazar la pérdida del fungicida sobre la planta debido a descomposición química, degradación por luz ultravioleta y remoción por el viento y el agua<\/p>\r\n<\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 16. <\/strong>Aspersora de mochila para el tratamiento de áreas pequeñas. El tanque amarillo es cargado en la espalda de aplicador. Cuando se presiona el mango, la solución fungicida fluye del tanque, a través del tubo negro y sale por la boquilla con patrones y tamaño de la gota determinado por la boquilla. (Cortesía de G. Geitz).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 17.<\/strong> Tractor con rociador de aguilón tratando un cultivo de cebolla. (Cortesía de G. Geitz).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 18.<\/strong> Cultivo de brassica (col\/repollo) tratado con una aspersora de aire comprimido, que utiliza el aire para rociar el material a aplicar en el cultivo y así asegurar una cobertura completa. (Cortesía de G. Geitz).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 19.<\/strong> Vista en primer plano del volumen de salida de un tractor acoplado con una aspersora de aguilón (Cortesía de Richard C. Derksen, Sin Derecho de autor)<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 20.<\/strong> Aspersor por inyección de aire estándar (izq.) y nuevos diseños para mejorar la cobertura. (Cortesía de G. Geitz).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 21.<\/strong> Aeroplano fumigando una plantación de cebollas. (Cortesía de P. Vincelli).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n \r\n <\/div>\r\n\r\n  <\/div>\r\n\r\n \r\n \r\n\t\r\n\t\t\r\n\t\t\t\r\n\t\t\t Figura 22.<\/strong> Aplicación de Vapam al suelo. La solución fungicida del tanque grande en la parte posterior del tractor fluye a través de las mangueras negras y dentro del suelo, el cual es penetrado y separado por ganchos acoplados al tractor. El área tratada se cubre de inmediato con plástico negro. (Cortesía de P. Vincelli).<\/span><\/p>\r\n\t\t\t<\/td>\r\n\t\t<\/tr>\r\n\t<\/tbody>\r\n<\/table>\r\n<\/div>\r\n\r\n <\/div>\r\n<\/div>\r\n\r\n | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | |